Nos encontramos probablemente ante la tipología de mueble más original y conocida de nuestro país, el bargueño. Si bien su origen se remonta a los siglos XVI y XVII, la denominación “bargueño” nace en el S. XIX para denominar al tipo de escritorio, derivado de las arcas y “cajas de escribir” mudéjares, conformado por una caja cerrada con tapa frontal abatible -usada como plano de escritura- y en el interior una compartimentación de múltiples cajones y departamentos.
De forma generalizada, en los costados del mueble se solían instalar dos asas, y un cuerpo bajo a modo de soporte para facilitar su transporte.
Centrándonos en la pieza que nos ocupa, y atendiendo a su diseño y decoración, el bargueño de la colección Visconti presenta una clara influencia italiana, pudiéndose fechar por su tipología dentro del S. XVII, cuando comienzan a proliferar los modelos concebidos en tres calles verticales -las dos calles externas compuestas por cajones horizontales y la calle central compuesta por una gran portada central-.
Elaborado con madera noble, su frente se estructura mediante ocho piezas de cajonería con cerradura, que flanquean un pequeño armario central, donde cobra especial protagonismo una pequeña figura femenina de bronce dorado enmarcada por dos pares de columnillas dóricas de fuste liso, que evocan a la arquitectura clásica.
El frontal muestra una profusa decoración a modo de filigrana, con engastes metálicos que conforman orlas, motivos geométricos, e incrustaciones cuadrangulares elaboradas de carey. En su parte inferior, el mueble descansa sobre ocho patas “de garra y bola”.