Julio Visconti Merino (Fiñana [Almería] 1921)  “Puerta del Zoco Viejo (El Aaiún)”, 1972

Acuarela sobre papel

71 x 97 cm

Una de las acuarelas más interesantes del pintor Julio Visconti, que  lleva por título “Puerta del Zoco Viejo” de El Aaiún, le valió a Julio Visconti la medalla en la XXII exposición de Pintores de África de 1972, como detalla el diario de ABC en su edición del 23 de marzo de 1972.

http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1972/03/23/058.html

Prensa ABC

Estos premios fueron instituidos en 1950, en colaboración con el Instituto de Estudios Africanos, por la Dirección General de Marruecos y Colonias, que a partir de 1956 pasó a llamarse Dirección General de Plazas y Provincias Africanas, y que finalmente en 1969 pasó a denominarse Dirección General de Promoción del Sahara hasta su extinción en 1976.

El concurso fue convocado en el BOE de 12 de junio de 1971 y se amplió la fecha de entrega de las pinturas hasta el 15 de febrero de 1972. El jurado de la XXII edición estaba compuesto por Juan Antonio Morales Ruiz como Presidente, Teodoro Miciano Becerra, Juan Luis Vassallo Parodi y Gregario Toledo Peral como Vocales, y Joaquín Ventura Bañares como Secretario y acordó, como señala la resolución publicada en el BOE de 22 de marzo de 1972, “conceder por unanimidad, la Medalla de Pintores de África, dotada con la cantidad de 50.000 pesetas a la obra número 86 de la sección de Acuarela, titulada: “Puerta del Zoco Viejo (El Aaiun)” de la que es autor don Julio Visconti Merino”.

A lo largo de la historia, muchos artistas como Delacroix, Matisse o el catalán Mariano Fortuny, u otros más cercanos como José Cruz Herrera o el granadino Mariano Bertuchi , estos dos últimos galardonados en las primeras ediciones de las exposiciones de Pintores de África, pasaron por Marruecos y se sintieron realmente atraídos por el paisaje y el paisanaje del “oriente al sur” marroquí, sentimiento muy cercano al romanticismo pictórico de los viajeros del siglo XIX.

De gran importancia para la configuración de la visión de la pintura de Visconti –como señala Mª Carmen Fernández de Capel–,  será la realización del servicio militar en tierras africanas, que llevaría al artista, años más tarde –viajó al Sahara casi con50 años–,  a solicitar una beca en la Dirección General del Sáhara para una estancia artística en el territorio saharaui, ésta se concretó en 1972, y tuvo como consecuencia la concreción de una visión luminosa y colorida de su pintura, aspecto que en los que ya se había adentrado en su ciudad de residencia en Almería. Para conocer más detalles sobre la biografía de Julio Visconti les remitimos a la sección biográfica que pueden consultar en esta misma página web de la Fundación http://fpjuliovisconti.com/biografia/.

El imperio colonial español en África fue menguando a lo largo del siglo XX, quedando reducido prácticamente, en los años 70, al conocido como Sáhara Occidental o Sáhara Español.  El Aaiún fue designada como capital del protectorado español hacia 1940, fue creada de forma estable a finales de los años 20 y empezó a cobrar cierta entidad cuando se la escogió como capital, edificándose entonces y creando infraestructuras de un urbanismo más próximo a las fórmulas de colonización. Es el motivo por el que las estancias artísticas y los premios tenían como objeto especial estos territorios.

Y este es precisamente el fondo paisajístico que asoma en la acuarela de Visconti, una ciudad de formas europeas de blancas fachadas que reciben de forma intensa la luz, resuelta con la acuarela del cielo y apenas unos toques de aguada para crear sombras y perfiles.

Aunque sin duda es la escena central, que ocupa la mitad inferior de la composición, conformada por un abigarrado grupo de saharauis que se arremolinan en torno a los puestos con el género en el suelo, es la que articula la pintura, y le dota de gran agilidad y movimiento, resueltos con gran maestría y soltura en el uso del agua  y del color, es decir de las formas y de la luz. Evidentemente se trata de una obra de plena madurez artística y su reconocimiento público fue inmediato, en una modalidad, la de la acuarela, en la que Visconti se ha manejado siempre con maestría y en la que ha de considerarse como uno de los mejores acuarelistas españoles del siglo XX.