Desde hace unos meses acceder al campanario de la catedral es una buena oportunidad para disfrutar del paisaje de Guadix. Desde este lugar la visión abarca los cuatro puntos cardinales, sin obstáculos que impidan una visión total de la naturaleza y también de las estructuras urbanas y edificaciones de la ciudad.
La propuesta de este mes de Enero, sin embargo, pretende resaltar la belleza y el sonido de sus campanas que con sus repiques y silencios son testigos del discurrir de los accitanos.
El campanario acoge trece campanas, de las que siete fueron fundidas en hierro de las minas de Alquife y las otras seis son de bronce y fueron fundidas en pueblos de las provincias de Valencia y Jaén tras la guerra civil en la que por desgracia se perdieron las originales.
La campana de mayor dimensión pesa cerca de 3000 kilos, se llama Santa Bárbara y es un regalo de los mineros de Alquife. Otras dos campanas grandes se denominan Virgen de las Angustias y San Torcuato en homenaje a los patronos de Guadix. La campana más pequeña se llama Niño Jesús y fue donada por el coro de los niños cantores de la Escolanía.
Tienen las campanas una buena sonoridad y repican en solitario para anunciar la celebración de la misa o de actos religiosos ordinarios. La totalidad de ellas voltean con motivo de las grandes festividades religiosas y por acontecimientos extraordinarios que la Iglesia católica pone de manifiesto por su trascendencia.