Tapiz con escena de El Palmerín de Oliva

 

Anónimo. Escuela flamenca. Oudenaarde?

Hacia.1570; seda y lana; 287 x 500 cms.

Nos encontramos ante una pieza de características próximas a la escuela flamenca del s. XVI. Su cromatismo nos invita a relacionarlo con la ciudad de Oudenaarde, cuya producción se caracteriza por el empleo dominante de amarillos y verdes, si bien los tintes empleados en esta zona, con el paso del tiempo han tendido a “desvanecerse” transformándose en ocres y azules (Guy Delmarcel. Flemish Tapestry. Tielt, Belgium, Ed. Lannoo, 1999). Los detalles de las armaduras y escudos se realzan gracias al empleo de hilos de seda.

El paño carece de emblemas de manufactura o firma del tejedor, se ignora quién pudo ser el autor del cartón. La orla presenta una secuencia de motivos florales y vegetales, en alternancia con piezas de artillería, escudos, tambores y estandartes que ayudan a enfatizar la temática de la pieza: “la gesta heroica” propia de los libros de caballerías que tanto proliferaron en Europa durante la primera mitad del s. XVI. Sobre la orla y centrando la escena, se puede observar un escudo nobiliario de un solo cuartel que representa un racimo de uvas acodalado por dos caballitos de mar que remata una corona condal. La línea de horizonte en el tercio superior de la composición es rasgo distintivo de los tapices tardíos del s. XVI.

El arte de la tapicería, fundamentalmente en el ámbito flamenco, contribuyó al renacimiento de la cultura caballeresca.

Junto a los motivos religiosos, característicos de la iconografía medieval, el mundo de las armas pasó a ocupar un lugar preponderante, alcanzando los legendarios guerreros de la materia clásica, o incluso de la tradición bíblica y novelesca, una posición principal dentro de los repertorios de la época.

 Fue un arte caro, destinado a la aristocracia y del que se surtió también la realeza, siendo utilizado como objeto de ostentación, como canal de expresión de mensajes políticos o como vehículo de transmisión de valores didácticos y morales.

La escena representada en el tapiz de la fundación Pintor Julio Visconti parece ilustrar uno de los episodios finales del Palmerín de Oliva -Juan de Porras, Salamanca (1511)-. El Palmerín a caballo, en primer término, pide al Soldán de Persia la liberación de su amigo Trineo y su amada Aurencida (hermana del propio Soldán) que se encuentran maniatados para ser ajusticiados en una pira.

La intención del Soldán es conseguir la conversión al Islam de Trineo «Yo desseo fazer tanto qu’ellos se tornassen moros por avellos siempre comigo, que grande honra me sería». Su afán de retenerlos llega a tal extremo que no duda en acusar a Aurencida y a Trineo de adulterio, condenándolos a la hoguera si no se casan, petición a la que no accede Trineo para no ir contra Dios: «yo no faré cosa contra el servicio del mi Dios ni dexaré su ley». En el momento de la liberación una gran lluvia se abate sobre la ciudad y el Soldán entiende que se trata de una señal divina perdonando la vida a ambos.

A pesar de que los libros de caballería fueron una rica fuente de inspiración en la producción de tapices durante el quinientos, entre la bibliografía manejada para estudiar la pieza que nos ocupa, no hemos logrado coincidir con ninguna análoga o de temática similar, si bien lo más probable es que perteneciese a una serie donde se representase algún pasaje más del libro (“El Palmerín de Oliva”).

Javier de Pablos Ramos