San Joaquín y la virgen niña, 1805 ( óleo sobre lienzo 101x86 x60), atribuido a Vicente López Portaña (1772-1850)"   

 

 

En el salón principal de la casa se conserva un lienzo de tamaño académico con la inusual iconografía de san Joaquín con la Virgen Niña. Tradicionalmente, durante la Edad Moderna, la escena recurrente de la infancia de la Virgen, la presenta junto a sus padres, san Joaquín y santa Ana, son relatos inspirados en los Evangelios Apócrifos, concretamente en el Protoevangelio de Santiago.

Con el auge del culto a la Inmaculada, “el abrazo entre san Joaquín y santa Ana ante la puerta Dorada del templo de Jerusalén”, se convirtió en alegoría de la Inmaculada Concepción de María, que incluía en algunas versiones  más sofisticadas el árbol de Jesé, legitimando la estirpe de la Virgen.

Durero abordó en grabado una de las series más conocidas de escenas de la Vida de la Virgen, en esta serie san Joaquín tan solo cobraba protagonismo en la citada escena del abrazo con santa Ana y en la escena del anuncio del ángel a san Joaquín.

Santa Ana, sin embargo, si gozó de mayor protagonismo en la iconografía siendo apareciendo en distintas escenas, entre las que destaca “la educación de la Virgen”, una escena apócrifa que autores como Pacheco rechazaban, pero que artistas como su discípulo Alonso Cano o Murillo pintaron con éxito.

La escena que representa esta pintura, procede sin duda, de la fusión de la iconografía de la educación de la Virgen, con aquellas en las que san José sostiene al Niño en sus brazos, se trata por tanto de una iconografía singular y con poca difusión, concebida probablemente para una devoción particular.

© Museo Nacional del Prado

El artista presenta sobre  un fondo arquitectónico, con gran basa de columna y cortinaje, la rotunda figura de san Joaquín sentado en una silla, que sostiene a la Virgen Niña dormida en su regazo, mientras pide silencio al espectador llevándose el dedo a la boca y con una expresiva y directa mirada.

Esta pintura bascula entre los recuerdos del barroco precedente en las inflexiones lumínicas y claroscuros, y el clasicismo académico y la rotundidad casi escultórica de las figuras ambientadas en época romana.

La ausencia de firma y de documentación relativa a la obra, nos obligan a compararla con obras  similares en estilo, dado que ésta  se venía atribuyendo tradicionalmente al pintor valenciano Vicente López Portaña, hemos escogido un lienzo realizado por el pintor en 1805 con el tema de “El sueño de san José” y conservado en el Museo del Prado. Se trata de cuadro ligeramente de mayor tamaño, y que representa la figura de san José en el centro de la composición con el Niño dormido en sus brazos, al que el ángel le revela en sueños la persecución de Herodes, la figura de la Virgen también aparece en la pintura aunque de modo secundario.

Nos interesa comparar sobre todo aspectos como la profundidad de la pintura conseguida a través de las líneas de fuga que propone el pavimento configurado por  losas con ancho llagueado que crea una retícula. La rotundidad escultórica de las figuras también es una de las similitudes, así como el tratamiento barroco de las luces o  la configuración de los pliegues del manto y los pies calzados con características sandalias. Por todo ello la obra de la Fundación Pintor Julio Visconti, que es de gran calidad formal, podría adjudicarse al entorno de  Vicente López.

El artista, de origen valenciano se formó en la academia local, completando su formación, como era habitual para artistas aventajados, en Madrid, en la Academia de San Fernando, donde conoce la obra de Mengs a través delas enseñanzas de Maella.

Vicente López  hereda además un gusto por el sentido barroco y colorista de las composiciones, procedente de la tradición valenciana  de los Ribalta y Ribera, así como de los grandes pintores decoradores italianos que conoció en la Corte. Pese a todo, su pintura  se adaptará formalmente y paulatinamente  al romanticismo imperante.

Tuvo fortuna como pintor de retratos, convirtiéndose en el  retratista pintor de cámara de Fernando VII, al que pintó en numerosas ocasiones. En la propia Fundación se conservan dos Inmaculadas del estilo de Vicente López, y en el Museo de Bellas Artes de Granada se conservan dos retratos, de caballero y de general, entre los fondos depositados por el Museo del Prado.