Anónimo madrileño
Óleo sobre lienzo
199,5 x 116,5 x 6 cm
Lienzo que representan la Inmaculada Concepción de la Virgen, situado enmarcado por los grandes escudos heráldicos en la caja de escalera de la sede de la Fundación Visconti. Se trata de un lienzo de finales del siglo XVIII del estilo de la pintura de Francisco Bayeu
Representa a la virgen Inmaculada a la manera barroca, aunque ciertamente pese a todo, se trata de una obra en la que ya se atisba la relajación de las complejas formas del Barroco camino hacia la sencillas composiciones del academicismo.
Muy influido por la obra de los pintores traídos por los primeros Borbones como Luca Giordano, Conrado Giaquinto o Meng,s este tipo de “inmaculadas” se generaliza en la pintura española a partir de las interpretaciones que tanto Goya como Bayeu hacen del tema, separándose de los clásicos del Barroco hispano como Murillo o Alonso Cano.
Será el pintor y retratista valenciano Vicente López quien aglutina las experiencias barrocas para darle un sentido en la transición hacia lo académico, formación de la que este artista procedía.
La composición, de gran en sentido vertical, está centrada por la figura de la Virgen, de pie, con las manos cruzadas sobre el pecho, girando la cabeza levente y sin contacto visual con el espectador. Está vestida con una sencilla túnica blanca, cubierta por un manto de color azul, como viene siendo habitual en este tipo de representaciones. Un velo dorado cubre su cabeza y se deja caer por el hombro izquierdo. A los pies de la Virgen la serpiente con la manzana de Eva en la boca es pisada por la Virgen sobre una media luna.
Sobre la cabeza un nimbo de estrellas y ráfagas de luz, que provoca un rompimiento de cielo. El resto de la composición tiene como fondo un celaje de densas nubes, que dejan entrever cabezas aladas de ángeles niños.
Una composición más sosegada, sin duda heredada en los iconográfico del tiempo barroco, pero que poco a poco encuentra el equilibrio propio de la época académica, como se aprecia fácilmente en la caída de los pliegues tanto del manto como de la túnica.
Es sin embargo una obra de gran sentido barroco, en cuanto se refiere a los contraluces lumínicos tan propios de la pintura del siglo XVII.
Sin duda la pintura de la Fundación Visconti, tipológicamente encuentra su modelo en la obra del mismo tema, localizada recientemente en el mercado del Arte, del pintor aragonés del XVIII, Francisco Bayeu.
Esta pintura conserva sin embargo un aire del Barroco, que se intuye especialmente en la curva que describe la cadera de la Virgen con respecto a su propio eje, ayudado por el agitado movimiento del manto, y el recurso muy canesco, de unir las manos y girar la cabeza al lado contrario.
Las inflexiones lumínicas y el detalle iconográfico de la serpiente y la media luna, señalan esta composición como el origen inequívoco de la de Guadix.