Otro de los elementos singulares de este oratorio es la pintura de autor anónimo del siglo XVI-XVII, que representa la iconografía de Cristo Eucarístico  [fig. 4].

4. Artista desconocido Cristo Eucarístico (Manifestador ?), s. XVII Óleo sobre tabla

4. Artista desconocido
Cristo Eucarístico (Manifestador ?), s. XVII
Óleo sobre tabla

Se trata de una pintura excepcional, no sólo por la iconografía que representa, poco habitual en el arte español, si no por estar pintada sobre un soporte de madera curvada, conservado parcialmente, y que con seguridad se trataba de un manifestador, que inserto en un retablo barroco, permitiría ocultar o dejar visible la custodia colocada en su interior, como demuestra por un lado el tema eucarístico escogido, y por otro la decoración tanto pictórica como de dorado de su interior [fig. 4b].

4b. Restos de policromía y dorado en la parte posterior de la tabla

4b. Restos de policromía y dorado en la parte posterior de la tabla

El Cristo de pie, está representado en un marco arquitectónico fingido del que apenas se perciben las jambas y vuelta de medio punto. Tradicionalmente a esta iconografía o representación de Cristo resucitado, envuelto en el sudario blanco y vencedor de la cruz a la que se abraza, se le ha denominado Cristo Varón de Dolores. Sin embargo la aparición del cáliz, en el que cae la sangre de Cristo, que sale de la herida de su costado, lo convierte en una representación eucarística, alegoría de la victoria de la Eucaristía sobre la muerte.

Se trata de una obra fruto en gran medida de las teorías contrarreformistas que se imponen en el arte religioso desde mediados del siglo XVI. De gran clasicismo, la figura destaca por su belleza apolínea, y el leve contraposto, con un pie adelantado ligeramente, que da la sensación de movimiento, lo que unido al movimiento del sudario que le envuelve, nos invita a situar la obras en el tránsito del siglo XVI al XVII, en los albores del naturalismo barroco.

Otras de las piezas destacadas son dos litografías, que aunque no fueron concebidas como pareja -porque son de momentos distintos-, sí que habitualmente la formaron, ya que representan a dos de las devociones más importantes de la ciudad de Granada, en la segunda mitad del siglo XIX, como son la de la patrona, la Virgen de las Angustias, y el San Nicolás, venerado tradicionalmente en la parroquia homónima del barrio del Albayzín[fig. 5].

5. LITOGRAFÍA DE FRANCISCO MITJANA.MÁLAGA Nuestra Señora de las Angustias, 1886 Litografía sobre papel  LITOGRAFÍA DE FRANCISCO CASADO. GRANADA San Nicolás de Bari,  1876 Litografía sobre papel

5. LITOGRAFÍA DE FRANCISCO MITJANA.MÁLAGA
Nuestra Señora de las Angustias, 1886
Litografía sobre papel
LITOGRAFÍA DE FRANCISCO CASADO. GRANADA
San Nicolás de Bari, 1876
Litografía sobre papel

Este tipo de estampas devocionales se populariza durante todo el siglo XIX, escogiendo la litografía como medio de difusión por la facilidad para su impresión y como solución económica frente a otros métodos de estampación.  Son numerosas las litografías que surgen durante todo el siglo XIX y que se mantienen hasta la mejora y sistematización de los modernos sistemas de fotograbado, en las primeras décadas del siglo XX .

Habitualmente, estas devociones principales están secundadas por una importante hermandad. Al nombrar mayordormo cada año, era muy habitual que este imprimiera a su costa una edición de estampas de devoción, gracias a esta costumbre conocemos los detalles que las originaron.

La primera de ellas,  la de la Virgen de las Angustias, representa a la imagen escultórica de la patrona de Granada en su retablo de la basílica, representado en su zona central  con gran fidelidad, aunque la zona del camarín, donde se aloja la imagen, no aparece representada.  Está realizada en la Litografía de Francisco Mitjana de Málaga, en 1866. En la parte inferior reza la siguiente leyenda “NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS / Patrona de Granada. / a devoción de su único Mayordomo el 3r. Brigadier Dn. José Luis Riquelme. Diputado a Cortes, año de 1866.

La segunda data  de 1876, está realizada por la Litografía de Francisco Casado de Granada, y en su parte inferior reza la leyenda “ Sn. NICOLAS DE BARI / COMO SE VENERA EN SU IGLESIA TITULAR DE GRANADA. / A devoción de su Mayordomo el Sr. D. Antonio Zayas de la Vega, Caballero Profeso del Hábito de Santiago / Año 1876”.

En este caso la representación de la imagen del santo conservada en San Nicolás, del estilo de los Mora, reproduce la iconografía tradicional del personaje revestido de obispo con mitra y báculo, y la zafa con los tres niños a los pies. Alrededor, y a manera de orla, se  representan ochos distintas escenas de la vida del santo, cuya explicación aparece  en la zona inferior, bajo la representación del sepulcro del santo en Bari. Como curiosidad la zona impresa está rodeada por una línea roja con la cruz de Santiago, aludiendo al Mayordomo Zayas que, como reza en la inscripción, era Caballero de la Orden de Santiago.

Por último y como representación de los ornamentos y libros litúrgicos, vasos sagrados, candeleraría …,  hemos escogido un juego de sacras del altar neogóticas [fig. 6].  Estos elementos han desaparecido de la liturgia posterior al Concilio Vaticano II, y su uso estaba generalizado en la liturgia tridentina, colocándose las tres sacras sobre el altar, cuando se oficiaba de espaldas a los feligreses,  para facilitar al celebrante la recitación de algunas de las oraciones que se pronuncia durante la Eucaristía.

6. Artista desconocido Juego de sacras neogóticas, s. XIX Metal plateado fundido

6. Artista desconocido
Juego de sacras neogóticas, s. XIX
Metal plateado fundido

En la central, que suele ser más grande y se sitúa en el centro junto a la cruz que lo preside,  se reproducen las fórmulas comunes como el Credo o la consagración.  Generalmente la sacra del lado de la Epístola contiene la fórmula que el sacerdote recita en secreto durante el denominado Lavabo y en el otro se reproduce el inicio del  Evangelio de San Juan.

Estas sacras de altar de carácter neogótico, reproducen algunos de los elementos más habituales de la arquitectura del gótico internacional, como los pináculos o las cresterías. Esta recuperación estilística se impone a finales del siglo XIX en España y continúa vigente durante las primeras décadas del mismo, ya que durante mucho tiempo el Gótico fue considerado como el estilo católico por excelencia. Esta moda afectará a las artes plásticas y a las artes industriales y decorativas, imponiéndose como un recurso decorativo más, que también llegará a la industria de lo litúrgico. Por lo general se fabrican en serie a molde, en metal relativamente barato, y suele ser de  bronce plateado, lo que hace que haya numerosos ejemplares de este tipo de sacras de altar.